El efecto beneficioso de la crisis financiera sobre las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) ha sido escaso y ha durado apenas 12 meses. Tras el paréntesis del 2009, el año pasado se volvió a batir el récord de producción con 30,6 gigatoneladas, un 5% superior a la marca anterior, que databa del 2008, según las estimaciones presentadas ayer por la Agencia Internacional de la Energía (AIE). China y la India son las grandes responsables del cambio de tendencia.
La AIE, organismo autónomo creado por la OCDE (países más industrializados del mundo), recuerda que, si se quiere evitar que la temperatura media mundial aumente dos grados con respecto a los niveles preindustriales, considerado el umbral que separa lo asumible de lo catastrófico, “la concentración en la atmósfera de CO2 y otros gases de efecto invernadero no debería superar las 450 partes por millón ppm”. Y para que ello sea posible, prosigue la AIE, durante los próximos 10 años no se debería superar el registro anual de 32 gigatoneladas; es decir, el margen de maniobra es escaso.